POR MIREYA CASTAÑEDA
VER bailar a Josefina Méndez ha sido un privilegio. Justo cuando acaba de fallecer, deben rememorarse algunas de las cualidades que coreógrafos, críticos, público le han aplaudido: su “dignidad soberbia” en escena, su estilo personalísimo, su poderosa técnica.
Ella fue una bailarina excepcional. Una Joya del Ballet Nacional de Cuba, una prima ballerina en cualquier escenario, y fueron muchos los que tuvieron el honor de tenerla.
Por última vez subió al escenario de la sala García Lorca para festejar, en el 2005, sus 50 años bailando y enseñando. En aquel instante, Josefina venció al tiempo y su propia decisión de no bailar, regalando una estampa de Doña Rosita en Viva Lorca, y reiterando si fuera necesario por qué el crítico inglés Arnold Haskell la llamó “reina de la tragedia”.
Fue una velada singular, que retrotrajo a sus admiradores, entre los que me encuentro, a otras funciones, donde la armonía de su baile, el ímpetu de su lirismo, su técnica depurada habían provocado un real placer.
A lo largo de estos años tuve la suerte de entrevistarla en varias ocasiones. La técnica y el arte fueron siempre centro del diálogo. Para Josefina, la técnica, y hasta el estilo, deben ser consustanciales, y luego, estudiar cada personaje, pues el lado artístico es absolutamente imprescindible. (more…)