EL gobierno de Cuba descartó este jueves cambios importantes en la política hacia La Habana mantenida durante casi medio siglo por Estados Unidos, que insiste en reclamar una transición democrática en la isla y rechaza la flexibilización del embargo.
«Esta política, la actual, va a perdurar durante algún tiempo sin duda alguna, mientras esté este señor que se robó la presidencia (George W Bush)», dijo el presidente del Parlamento, Ricardo Alarcón, uno de los encargados de diseñar la política de Cuba hacia Estados Unidos.
Tras dictar una conferencia en el congreso Pedagogía-2007, Alarcón se refirió, ante preguntas de los participantes, al dominio demócrata en el Congreso, la posibilidad de que ganen la presidencia en las elecciones de 2008 y sus repercusiones en Cuba.
«Tampoco hay que suponer que porque entre (en la Casa Blanca) un demócrata o una demócrata, las cosas van a cambiar drásticamente el panorama de este medio siglo», añadió.
Desde 1959 en que Fidel Castro llegó al poder, el diferendo entre los dos países ha sufrido pocos cambios durante el mandato de 10 presidentes norteamericanos (13 administraciones).
Aunque el discurso hacia Castro de los republicanos ha sido más fuerte, los cubanos recuerdan que fue el demócrata John F. Kennedy quien dio la orden de la invasión de Bahía de Cochinos, aceptó la «operación Mangosta» de la Agencia Central de Inteligencia y protagonizó la Crisis de los Misiles de 1962.
Kennedy impuso el embargo «total» en 1962 y otro demócrata, Bill Clinton, firmó en 1996 la ley Helms-Burton que lo endureció.
El diario oficial Granma dedicó en esta fecha dos de sus ocho páginas a un artículo bajo el título «¿Alguna diferencia? Demócratas o Republicanos».
El secretario de Comercio, Carlos Gutiérrez, el cubano-americano de mayor cargo en la administración, rechazó el miércoles el proyecto del demócrata Bill Delahunt (Massachussets, noreste) y el republicano Ray LaHood (Illinois, norte) para levantar los límites impuestos en 2004 a los viajes de los emigrados cubanos a la isla.
«Tenemos que enfocarnos en la realidad de que los cambios se tienen que hacer en la isla. No aquí», dijo Gutiérrez. «Ahí es donde hay que tener libertad, democracia, libertad de expresión. Entonces el cambio tiene que empezar en Cuba», añadió.
Alarcón opinó al respecto que quizás esos legisladores podrían obtener mayoría en el Congreso en la votación sobre la ley, pero «no podría asegurar que van a alcanzar los dos tercios» necesarios para aprobarla.
«No es posible que vaya a haber un cambio radical, puede haber modificaciones» de la política actual, estimó.
De ser aprobada la ley, permitiría que los cubanos residentes en Estados Unidos visiten a sus familiares en la isla anualmente (ahora cada tres años) y envíen a cualquier persona remesas monetarias, ahora limitadas en cantidad y destinatarios (cónyuges, hijos, hermanos y padres).
Preguntado sobre los efectos en Cuba, en caso de ser aprobada esa ley, el legislador dijo que «tiene muy poca significación, el impacto para Cuba es difícil imaginarlo».
Cuba recibió en diciembre a diez congresistas promotores de la ley -la mayor delegación legislativa estadounidense en medio siglo-, quienes se reunieron con altos funcionarios del Gobierno, pero el presidente provisional Raúl Castro no los recibió.
«No bajaremos un ápice la vigilancia, seguiremos teniendo un vecino poderoso», afirmó Alarcón, ante una consulta acerca de cuál sería la posición de Cuba si Estados Unidos levanta el embargo.
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